En la entrada se presentía el primer escalón.
Comencé a descender y mis ojos se acostumbraron a la penumbra. Comprobé que la escalera parecía una escultura sin sentido, el producto inenarrable de una mente enferma.
Seguí bajando por aquella pesadilla. Escher en su tumba encendió un zippo, y sonrió.
Al final, como era de suponer, no había nada, es decir un negro profundo.
Me acurruqué y me puse a llorar. No como un niño, sino como un hombre que ve el horizonte ahogado en sus ojos.
Estuve así durante horas…
Cuando levanté el rostro noté que no era yo quien lloraba.
Ahí, al otro extremo de la sombra, estaba ella: bonita y triste, apenas cumplida su mayoría de edad, acurrucada, llorando como una niña y con el horizonte sitiándole los ojos.
Me miró. La miré. Y juntos miramos hacia arriba, buscando la escalera: no estaba, o no la vimos, o, quizá, Maurits Cornelis Escher la estaba usando en ese momento.
Acurrucado, lloré de verdad.
"Y sigue brillando la luna"
Carlos Castillo Quintero
lunes, 20 de junio de 2011
jueves, 16 de junio de 2011
Hola otra vez !
Me pertenece el espacio que deje sin mirar, me pertenece tambien un concierto de falacias que invente en torno a un nombre, pero no se trata de eso, cualquiera solo al desearlo puede perderse, tampoco hablo de no encotrase, tal vez no entiendan nada si siguen con las manos en los ojos, el mundo se crea, cada que las miradas avanzan... siendo nada mas que arena, siendo nada mas que lo que tu quieres que yo sea, siendo utopia en un mundo de realidades.
no es mentira, todo lo que estas viendo esta saliendo de mis labios tambien, pero no conozco el camino de vuelta, arrinconemonos para asi ver a todos los sitios, en una patria donde se sobrevive a diario, cuando llenas tu cabeza con vino, y mis pulmones de humo, cuando el arbol nos dio la sombra que necesitamos, y ahí estuvimos los dos, dispuestos, arrinconados y felices, pero es el arbol que tatuamos en el centro de las tardes de calor mas fuerte, es un arbol alucinado, tu tambien lo eres, me esperabas en la banca donde me contabas historias y yo seguia avanzando, hacia ti con paso firme, ahora el mismo paso marca mi ausencia, ahora el mismo arbol brinda mi sombra
no es mentira, todo lo que estas viendo esta saliendo de mis labios tambien, pero no conozco el camino de vuelta, arrinconemonos para asi ver a todos los sitios, en una patria donde se sobrevive a diario, cuando llenas tu cabeza con vino, y mis pulmones de humo, cuando el arbol nos dio la sombra que necesitamos, y ahí estuvimos los dos, dispuestos, arrinconados y felices, pero es el arbol que tatuamos en el centro de las tardes de calor mas fuerte, es un arbol alucinado, tu tambien lo eres, me esperabas en la banca donde me contabas historias y yo seguia avanzando, hacia ti con paso firme, ahora el mismo paso marca mi ausencia, ahora el mismo arbol brinda mi sombra
martes, 14 de junio de 2011
El placer de pensar.
“Al agonizar, una esposa le dijo a su marido: ‘Quiero que seas fiel a mi recuerdo. Si te casas con otra, mi fantasma vendrá a molestarte!’ El juró ser fiel. Cuando ella murió, guardó luto. pero al cabo de un año se enamoró de otra mujer. El fantasma apareció para decirle: ‘¡Te vigilo! ¡Sé lo que dices, qué regalos le das y puedo repetir las palabras con que la cortejas! ¡Te prohibo que la sigas viendo!’ Sintiéndose así vigilado, el pobre hombre no podía hacer nada. Fue a consultar con un monje. El monje le dijo: ‘El fantasma dice que sabe todo lo que haces. Entonces, la próxima vez que aparezca, toma un puñado de arroz y pregúntale cuántos granos tienes en la mano. Si te responde exactamente, es un fantasma de verdad. Si no te responde, significa que tú lo has inventado’. Cuando apareció el fantasma, el hombre le preguntó cuántos granos de arroz tenía en el puño. ¡El fantasma se disolvió!”
Creemos vivir libres en el presente y sin embargo estamos condicionados, maniatados, inhibidos por recuerdos. Estos recuerdos, impresos en nuestro cerebro, se nos manifiestan en la vida bajo forma de fantasmas. Creemos ver la realidad cuando en verdad sólo vemos imágenes de nuestra memoria, ¡Hay que desafiar esos fantasmas! Ver qué es real y qué es producto de nuestro miedo a desobedecer prohibiciones. No podemos ser un adulto cabal si no abandonamos esos fantasmas infantiles. Estos espectros interiores nos dicen a cada momento: “¡La vida es peligrosa, cuidado, huye, no la enfrentes tal cual es, disfrázala!”. Y es así como la mayor parte de nosotros, por temor al mundo, lo transforma en ilusiones, con mentiras, drogas, actividades superficiales, conciencia dormida. El monje de la vieja historia nos dice: “En tu puño tienes un número preciso, objetivo, de granos de arroz: debes saber cuántos granos tienes”, es decir, venciendo tu subjetividad, debes saber cuál es la realidad objetiva, afrontarla, trabajar en lo que amas, amar lo que haces y construir una vida verdadera, sin temor a ser lo que en verdad eres. Para vivir en el “mundo”, como dijo el filósofo Bertrand Rusell, tienes que aceptar que es horrible, horrible, horrible… Aceptando lo “horrible” del mundo, puedes luchar en él, sin huirle, comenzando a convertirlo en el paraíso que debe ser todo presente real.
Creemos vivir libres en el presente y sin embargo estamos condicionados, maniatados, inhibidos por recuerdos. Estos recuerdos, impresos en nuestro cerebro, se nos manifiestan en la vida bajo forma de fantasmas. Creemos ver la realidad cuando en verdad sólo vemos imágenes de nuestra memoria, ¡Hay que desafiar esos fantasmas! Ver qué es real y qué es producto de nuestro miedo a desobedecer prohibiciones. No podemos ser un adulto cabal si no abandonamos esos fantasmas infantiles. Estos espectros interiores nos dicen a cada momento: “¡La vida es peligrosa, cuidado, huye, no la enfrentes tal cual es, disfrázala!”. Y es así como la mayor parte de nosotros, por temor al mundo, lo transforma en ilusiones, con mentiras, drogas, actividades superficiales, conciencia dormida. El monje de la vieja historia nos dice: “En tu puño tienes un número preciso, objetivo, de granos de arroz: debes saber cuántos granos tienes”, es decir, venciendo tu subjetividad, debes saber cuál es la realidad objetiva, afrontarla, trabajar en lo que amas, amar lo que haces y construir una vida verdadera, sin temor a ser lo que en verdad eres. Para vivir en el “mundo”, como dijo el filósofo Bertrand Rusell, tienes que aceptar que es horrible, horrible, horrible… Aceptando lo “horrible” del mundo, puedes luchar en él, sin huirle, comenzando a convertirlo en el paraíso que debe ser todo presente real.
Alejandro Jodorowsky
domingo, 12 de junio de 2011
domingo, 5 de junio de 2011
De cero
Empezar de cero, no se puede empezar nunca de cero cuando se llevan ya tantos números a la espalda, pero tengo que respetarte y respetarme a mí mismo. Hemos sido uno, indisolubles, inalterables, inmutables, con derecho a más que a roce, a más que a todo lo que se le permite a un desconocido. Pero hoy empezamos a ser desconocidos el uno para el otro.
Jalo Lopez
http://jalomanda.blogspot.com
Jalo Lopez
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